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Al determinar cómo construir una cultura de networking dentro de tu organización, es importante comprender cómo funciona realmente el networking. Una de las personas más expertas en networking organizacional y en cómo este apoya la innovación y el desarrollo de las empresas es Rob Cross, profesor de la Universidad de Virginia y autor de varios libros como 𝘛𝘩𝘦 𝘏𝘪𝘥𝘥𝘦𝘯 𝘗𝘰𝘸𝘦𝘳 𝘰𝘧 𝘚𝘰𝘤𝘪𝘢𝘭 𝘕𝘦𝘵𝘸𝘰𝘳𝘬𝘴 o 𝘉𝘦𝘺𝘰𝘯𝘥 𝘊𝘰𝘭𝘭𝘢𝘣𝘰𝘳𝘢𝘵𝘪𝘰𝘯 𝘖𝘷𝘦𝘳𝘭𝘰𝘢𝘥.

Cross identifica tres tipos de networkers que habitan cualquier empresa y cómo cada uno impacta en la cultura y la innovación:

𝗖𝗼𝗻𝗲𝗰𝘁𝗼𝗿𝗲𝘀 𝗰𝗲𝗻𝘁𝗿𝗮𝗹𝗲𝘀:

Son aquellas personas con el mayor número de conexiones directas. Pueden ser líderes formales o personas a los que todos acuden, ya sea porque hacen que las cosas sucedan o porque contrariamente las bloquea. Hay que prestarles atención especialmente cuando se convierten en cuellos de botella, porque pueden frenar el flujo de información y la creatividad. Los «expertos» también son un tipo de conectores centrales que, en ocasiones, son sobreutilizados, ya que todos acuden a ellos con preguntas y pueden colapsar.

𝗜𝗻𝘁𝗲𝗿𝗺𝗲𝗱𝗶𝗮𝗿𝗶𝗼𝘀:

Son esos colaboradores clave que unen a personas de distintas áreas—ya sean diferentes departamentos, niveles jerárquicos, ubicaciones geográficas, culturas o especialidades—y permiten que fluyan ideas y proyectos que de otro modo quedarían estancados. Pueden acelerar transformaciones, favorecer la diseminación de conocimientos e impulsar la innovación.

Cross señala que estos puentes humanos ocupan con frecuencia lo que él llama un “punto de inflexión”: lugares dentro de la red en los que el paso de información se vuelve mucho más ágil que si dependiera solo de la cadena de mando o de los nodos más conectados.

𝗣𝗲𝗿𝘀𝗼𝗻𝗮𝘀 𝗽𝗲𝗿𝗶𝗳é𝗿𝗶𝗰𝗮𝘀:

Pueden ser personas nuevas, expertos, vendedores o empleados de bajo rendimiento. Cross ha observado que entre el 30 y el 40 % desean estar mejor conectadas pero han encontrado obstáculos. Representan un recurso de experiencia desaprovechada y también un alto riesgo de fuga. Estas personas necesitan especialmente formación sobre cómo hacer networking, así como más estímulo que otros para participar.

 

Obstáculos al networking empresarial

Al acompañar a organizaciones en su camino hacia una cultura de networking, he detectado varios factores que suelen impedir el éxito de estas iniciativas:

  1. Tiempo y destrezas insuficientes
    A menudo no contamos con el espacio ni las habilidades necesarias para tejer relaciones sólidas. Más allá de definir una estrategia y lanzar proyectos, la dirección —tú y los ejecutivos— debe reservar momentos específicos para que el equipo aprenda técnicas de networking y dedique esfuerzos tanto a crear como a mantener vínculos, internos y externos.

  2. Falta de propósito claro
    Una red solo cobra sentido si agrupa a personas que comparten una pasión, necesidad o meta concreta. Es clave facilitar el acceso a grupos alineados con los intereses de cada quien y con la misión de la empresa. De lo contrario, el networking se convierte en contactos al azar, se desperdicia tiempo y se erosiona la motivación de quien lo practica.

  3. Ausencia de apoyo estructurado
    Pensar que “el networking brotará por sí solo” es una falacia. Hoy en día es una competencia esencial para innovar, y debe respaldarse con procesos explícitos, recursos dedicados y el compromiso visible de la organización.

En sus estudios sobre redes corporativas, Rob Cross y su equipo observaron que las compañías que logran una cultura de networking efectiva no dejan nada al azar: establecen protocolos claros, proveen herramientas y formación, celebran a quienes sobresalen como networkers y comunican con transparencia el valor que estas conexiones aportan tanto al crecimiento personal como al rendimiento global.

📩 Si te interesa impulsar el networking en tu empresa u organización, o fortalecer tus propias habilidades de conexión, no dudes en contactarme. ¡Hablemos y diseñemos juntos un plan a tu medida!